EL CRISTO MUTILADO.
Entre las hornacinas de el Padul hay una que me causa mucho respeto por lo que puede significar. Es muy pequeña pero con un gran significado. Podríamos de tildarla de “colleja”. Me refiero a la que se encuentra en el extremo oriental de la calle del Santísimo (Primera Foto).
Si te fijas en la foto siguiente, se trata de una pequeña talla de un crucificado sin cruz a la que le faltan los brazos y la parte inferior de las piernas. En la foto nº3 se observa que está hecha de madera (cuando se descubrió los entendidos dijeron que de laurel) y que tiene un piquete en la cabeza, producto con el pico con el que se desenterró.
En el año 1963 se hallaba el dueño de la casa recién adquirida y derribándola como se estilaba en su tiempo a base de pico y pala. Picando en un muro cayó al suelo un objeto negro al que había golpeado. Le llamó la atención y lo recogió, lo lavó en el bidón del agua de la obra y con gran asombro, comprobó que se trataba de un Cristo roto. Lo llevaron al señor cura párroco, D. Benjamín González, y todos se hacían la misma pregunta . ¿Por qué estaba emparedada esta ímagen?. Al cabo del tiempo, me arriesgo, quizás por lo gratuitas, a hacer unas reflexiones.
El lugar donde se encontró está muy cerca de la Iglesia (antigua Mezquita morisca ) rodeada por el barrio más antiguo, de callejas estrechas y con la Fuente de los 5 caños muy cerquita. Las calles tienen nombres religiosos como muestra de la dominación castellana, del Carmen, de los Santos, Santa Ana, San Pascual, Plaza de la Purísima, de la Stma. Trinidad, etc. Me pregunto: ¿Enterraría el Cristo un cristiano viejo por temor a los moríscos? ¿Sería un morisco converso por temor a los suyos propios?
Ahondando en el descubrimiento podemos plantearnos muchos interrogantes sin respuestas claras pero lo que sí es cierto que el dueño dijo rotundamente que el Cristo se pondría donde apareció, en su pared; hicieron una pequeña hornacina, le instaló luz eléctrica de su casa y así luce esta pequeña obra de arte.
Posteriormente fueron sus propietarios Guadalupe y Manolo Ibáñez entrenador del Granada C. de Fútbol. |